Viena: la ciudad del amor
Por Karin S. Hiebaum
Viena, la capital de Austria, fue uno de los más sofisticados escenarios usados para una campaña publicitaria de cigarrillos con la que recorrí buena parte del mundo. Cierro los ojos y veo el majestuoso Palacio Imperial de Hofburg, escucho un vals de Strauss y estoy de nuevo allí, en el antiguo corazón imperial de los Habsburgo, envuelta en un vaporoso vestido de novia con puntillas de encaje blanco, bailando en la explanada del palacio más lindo de Viena como la princesa de un cuento con final feliz.
Es fantástico caminar por la Ringstrasse, la avenida de circunvalación que rodea el centro de Viena y llega al canal del río Danubio. Los palacios y los monumentos, uno más espléndido que el otro, parecen brotar en el camino. El de Hofburg, que tiene más de 2.600 habitaciones es uno de los más grandes del mundo y en su capilla cantan los famosos niños cantores de Viena. Fue la residencia de invierno de la mítica emperatriz Sissí y hoy alberga un museo que exhibe exquisitos detalles de su vida. El Palacio Schönbrunn –es comparado a menudo con Versalles, aunque para mi gusto es aún más espectacular que el francés– y el Palacio Belvedere, con su magnífica colección de arte barroco y contemporáneo, son algunos de los íconos más célebres de la ciudad.
Para empezar un buen día nada como un desayuno en un tradicional café vienés, con sus clásicas sillas Thonet y mesas de mármol frente al ventanal. Me encantaba pedir una melange (café con leche) y saborear un Apfelstrudel (strudel de manzana) leyendo el diario como acostumbran los vieneses. El Hotel y Café Sacher, frente a la Opera, se caracteriza por su aire aristocrático, la vestimenta de sus empleados y su lujoso mobiliario; aunque no sea el más típico de los cafés vieneses se convirtió en un clásico porque ofrece una de las tartas más famosas del mundo: la Sachertorte , de chocolate con mermelada de damasco, riquísima.
La gente en la calle es muy elegante. Me gustó la línea neta y casi austera de la ropa, la sastrería impecable y los paños nobles. Hace rato que los sombreros están en peligro de extinción, eso hace tan especial a Mühlbauer, una sombrerería centenaria con diseños contemporáneos y artesanales. Compré uno lindísimo. También, un par de guantes hechos con cuero de cabritilla y piel de la mejor calidad.
El patrimonio artístico de Viena, con más de un centenar de museos e incontables edificios históricos, como el Belvedere, el Albertina, el Museumsquartier, el Museo de Historia del Arte y muchos más. En un palacio, en un café o en alguna plaza se escucha Mozart o los valses de Strauss. Se adivinan las huellas de Sigmund Freud, de Durero, Gustav Klimt, Egon Schiele o la bella Sissí entre tantos que circularon por esas calles y permanecen en la eterna belleza de Viena.